sábado, 29 de marzo de 2008

Extrapolación de frases: Condicionamientos sociales


Cinco visiones de un tema. Cinco puntos de vista.
Cinco sentidos.



UNO: Acción: Comenzar a ver los condicionamientos múltiples desde Aldous Huxley y su Mundo Feliz (A brave new world, 1932). Un párrafo de la obra es un pequeño dicho de un superior del establecimiento total, la fábrica: “ –Y éste –intervino el director sentenciosamente–, éste es el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento se dirige a lograr que la gente ame su inevitable destino social.” En este pequeño y conciso pasaje, Huxley –otrora consumista diverso– nos hace testigos de la génesis del hombre como sujeto de consumo. El mundo fue alterado desde y hasta el consumo; la inducción al placer es total; la organización, infinita. Una reflexión y un texto de hace más de setenta años. Un libro nada antiguo.

(Aldous Huxley, Un Mundo Feliz, Ed. De Bolsillo, Barcelona, España, 2004 (1932))

DOS: Nos adentramos en la retórica. ¿Qué se entiende por social? Condicionamiento–retórica–cárcel. ¿Libertad? ¿Sintaxis errática? Baja Nietzsche, Friedrich desde el Crepúsculo de los Idolos (1889). Y escribe: “ La libertad significa que los instintos viriles, los instintos que disfrutan con la guerra y la victoria, dominen a otros instintos, por ejemplo, a los de la felicidad. El hombre que ha llegado a ser libre, y mucho más el espíritu que ha llegado a ser libre, pisotea la despreciable especie de bienestar con que sueñan los tenderos, los cristianos, las vacas, las mujeres, los ingleses y demás demócratas.” Ahora sabemos que las vacas son demócratas. Pero sin voz ni voto, claro. Como, otrora, mujeres Nietzscheanas.
No se pueden pedir seis renglones de puro Nietzsche, de puro cero Nóbel de la Paz, que no sean éstos. La voluntad de poder, el desprecio de las formas menores, la supeditación de Apolíneo ante Dionisio, todo esto, signo de una época y nefasto e incitante, está, para bien y para mal –y, aún, más allá de éstos– en estos renglones. El humano, aquí, aplastado por las leyes, el Estado, la moral, la religión y lo suprasensible, demasiado humano.

(Fredrich Nietzsche, El Crepúsculo de los Idolos, Alianza Editorial, pág. 71.)
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TRES: Pero, abrid los ojos: no sólo el mercado y el estado condicionan al ontológico ser inmerso en la sociedad sino que hay, ¡A de Foucault!, también múltiples fuerzas sociales. Nosotros, vosotros, ellos. Inducción, complicidad, neurosis. El hombre, el manifestante político, el hincha espectador activo/pasivo, se someten, también, al alma colectiva. José Ramos-Mejía y su Biología de la Multitud, de 1899. Cita número tres: “El alma colectiva presenta caracteres netos y precisos. La colectividad se convierte en una multitud psicológica, formando un sólo ser sujeto a la ya conocida ley de la unidad mental de las muchedumbres. Cualesquiera que sean los individuos que la componen adquieren esa alma colectiva que los hace pensar, sentir y obrar de manera diferente de la que pensarían y obrarían aisladamente. (...) Hay una verdadera acomodación psíquica, lo que explica la distinta situación moral del individuo después que ha salido del encantamiento del contagio y de la sugestión que experimentaba dentro de esa prisión moral." Y se caen los gases lacrimógenos y el alambrado y los gobiernos.

(Ramos Mejía, José María: “Biología de la multitud”, en Las multitudes argentinas, Buenos Aires, La cultura popular, 1964 (1899))
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CUATRO: ¿Libertad social? ¿Opresión? Sigamos, entonces, al pre beatnik y post Dostoyevski Henry Miller que, desde su Trópico de Cáncer (1934), enuncia, concibe y entiende al hombre que se desata –traumáticamente– de las ataduras : “Si hubiera un hombre que se atreviese a decir todo lo que pensaba de este mundo, no le quedaría ni un metro cuadrado de suelo en que plantar los pies. Cuando aparece un hombre, el mundo cae sobre él y le rompe la espalda. Siempre quedan en pie demasiados pilares podridos, demasiada humanidad infecta como para que el hombre florezca. La superestructura es una mentira y el fundamento un inmenso miedo trémulo. Si a intervalos de siglos aparece efectivamente un hombre con expresión desesperada y ávida en los ojos, un hombre que pondría al mundo patas arriba para crear una nueva raza, el amor que trae al mundo se convierte en cólera y él se vuelve un azote. Si de vez en cuando encontramos páginas que explotan, páginas que hieren y estigmatizan, que arrancan gemidos y lágrimas y maldiciones, sabed que proceden de un hombre arrinconado, un hombre al que las únicas defensas que le quedan son sus palabras y sus palabras son siempre más resistentes que el peso yacente y aplastante del mundo, más resistentes que todos los potros y ruedas de tormento que los cobardes inventan para machacar el milagro de la personalidad. Si algún hombre se atreviera alguna vez a expresar todo lo que lleva en el corazón, a consignar lo que es realmente su experiencia, lo que es verdaderamente su verdad, creo que entonces el mundo se haría añicos, que volaría en pedazos, y ningún dios, ningún accidente, ninguna voluntad podría volver a juntar los trozos, los átomos, los elementos indestructibles que han intervenido en la construcción del mundo.” Hombres condicionados por símbolos y ellos mismos, condicionando mediante símbolos. La serpiente simbólica se muerde la cola, una y otra, y otra vez.

(Henry Miller, Trópico de Cáncer, Ed Bruguera, Barcelona, España, 1981 (1934), pág. 272)

CINCO: Y la razón y la verdad, ambas, llegan por fin: Theodor Adorno nos habla de la razón dominante, que “acota el arte como reserva de irracionalidad, identifica el conocimiento con la ciencia organizada y elimina por impuro lo que no se somete a este análisis.” Tenemos entonces la macroestructura política/económica, la religión y su sistema de moral en caída (o su sistema de caída de moral), las fuerzas sociales, las costumbres, la ley, las instituciones, la cultura, las cárceles, los manicomios y, por último, la libertad. Pero no seamos pesimistas y vayámonos con Sartre diciendo que, debajo de todo eso, “el hombre está condenado a la libertad”. Y, ahora sí, cerremos la puerta. Para protegernos.

(Adorno, Theodor, "El ensayo como forma", en Notas de literatura (1954), trad. de Manuel Sacristán, Barcelona, Ariel, 1962.)

8 comentarios:

Cece dijo...

guau

cinco citas que tangencilamente definen lo que sería el "condicionamiento social". Interesante rastrear su génesis, que no podría ser otra que el surgimiento de las sociedades de masas... y de las labores que de allí en más se encargan a la sociología.

ahora la oposición entre "condicionamiento" y "libertad"... no me cierra. A veces parecería que interviniese la voluntad individual en estas cuestiones, y estoy segura que de ello no hay un gramo.

Pola dijo...

es medio non sequitur, pero a partir de tu poll llegué a este blog... y el tuyo está buenísimo

Unknown dijo...

Muy bueno el recopilamiento. De Huxley yo creo que nada es antiguo o en su momento le era muy obvio como iba a terminar la situación, no se si leiste "La Isla" está buenisimo.

Hace poquito terminé de leer 1984

ufff. es para colgarse de un gancho.


te mando un saludo grande me voy a preparar para ir a saquear un supermercado chino a ver si consigo carne o leche.

Anita dijo...

Qué sesudo.

Besos!

Cece dijo...

hey!
menos faso y más posteos,
por favor.

Gracias.

Arqueck dijo...

Sumemos, mejor.

postpost dijo...

gracias por el link a recoleccionvacia.blogspot.com !!!

Anónimo dijo...

Nomade.
Las puertas de la percepción de Huxley. Muy bueno
Y "El arte de ver", también. No lo leí entero pero es un ensayo sobre un oftalmologo que propone que los problemas de vista se curan con ejercicios.

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