martes, 18 de marzo de 2008

Winners don´t use sports

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Los cultos y el fútbol
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La pasión por la competencia futbolística está en su auge y ha ganado, en los últimos años, un extraño consenso –oh, horror de Borges– en los llamados intelectuales ("intelecto: uso del…"). Ahora mismo, luego de la canonización de Fontanarrosa, el regreso de Soriano al campo de letras y su discusión, y los híbridos fubolístico-literarios en su esplendor (Alejandro Apo como el nuevo gurú en formato radial-teatral-editorial; los escritores Baldomero Fernández Moreno, ¡Eduardo Galeano!, Sasturain, Eduardo Sacheri; la edición del libro recopilatorio De Puntín, Cuentos de fútbol, y largos etcéteras), el fútbol fobal football ha llegado a la producción artística y al desprestigio de los conocidos.

Obviamente, este fenómeno no tiene puntos en común con el nexo fútbol-rock, ese esperpento hijo de la escasez de conocimientos y de la demagogia de los frívolos rockeros nacionales, sino que aquí, en este actual maridaje, parece haber pistas de un glamour particular, de una cierta rebeldía estética, de un volver a la infancia desde el cúmulo simbólico. Pero no es así: ésa es la justificación del letrado personaje por el placer que le depara el escenario deportivo frívolo, que lo aleja del arte. Y lo sigue alejando: no ya de los planteos existencialistas sino, antes, de tener una vida.
Porque, seriamente, ¿se puede hablar de una contradicción? Quizás no, pero hay algo. Uno advierte un ruido cuando una persona hace un informe sobre el uso del autor en el Cine para, acto seguido, hacer un balance de las copas de verano; o cuando alguien pasa de explicar la noción del intelectual específico de Foucault a explicar el Boca de Russo … Digo: ese ruido se llama la practicidad.

Sucede que el fútbol gusta y hay gente que tiene esperanzas en esta unión literario-fubolística. En  el Diario Crítica llaman a “cultos” para hacer las crónicas de la fecha, en Perfil tienen a Bonadeo y al gran Victor Hugo Morales… El deporte se puede acercar al arte, pero descreo de su éxito y de sus intenciones (vean, sino, al rock).

Y ahí, en esa discusión, los hilos de Norman Mailer y su genial artículo sobre Muhammed Alí en Temas Actuales, o la crónica de Hunther S. Thompson de la pelea Alí vs. Foreman para Rolling Stone, o esa lucha pesca-supervivencia de El viejo y el mar, de Hemingway; pero, aceptémoslo, estos escritores no hablaban sólo de deporte y, además, esos deportes de acciones individuales implican un heroísmo que no tiene, de ninguna manera, un deporte colectivo como el fútbol.

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