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miércoles, 20 de enero de 2010

Megan Fox desnuda

1. odioso

Para Navidad surgió una noticia que circuló por todos y cada uno de los medios hermosos y antiperiodísticos de este país: Paris Hilton creyó en Santa Claus hasta los 16 años. Ja, ha, jo, se ríen los redactores del mundo, los lectores caretas, los putitos de la revolución. La compensación simbólica del rico, ustedes saben. Pero es raro: quizás Paris Hilton -y parte de los periodistas que hicieron el copy/paste- crea en Dios, siendo grande(s). Quizás Paris crea en ese ser imaginario hasta bastante más adultita y seguramente eso no es motivo de burla -todavía. En eso pensaba cuando ví el lindo film The Invention of lying (2009), escrito, dirigido y protagonizado por el notable Rickie Gervais, coautor y protagonista de la Office británica y de la posterior Extras. En el primer capítulo de la serie Extras, se formula en el argumento un fuerte alegato en contra de los creyentes, tratándolos poco menos que de boludos notables. La película a la cual nos referimos tiene como base una inversión de Liar, Liar (Tom Shadyac, 1997), aquella película en la cual Jim Carrey demostraba que ningún logro capitalista resiste un día de verdad en minúscula absoluta V, pero este film es mucho más digno, profundo y vital.Aquí –en TIOL– el gordo Gervais tiene que soportar un mundo en el cual no existe la mentira (como para nosotros no existe el embarazo masculino, la realidad fractal o los átomos invisibles que pensamos que no nos rodean) y ahí está él, con sus imperfecciones genéticas para ofrecer y el ser humano que es una mierda con todas las letras y como debe ser si fuese sincero para con sí mismo y para con los demás. La película causa gracia y va levantando hasta el mejor gag del film, en un cambio en el cual se vuelve hacia los tópicos que hemos tratado anteriormente y que son todavía la comidilla de algunas personas: la esperanza es un plato que se come crudo.

2 . tropo

Marcos enzzzima la vista por el tunel. Dos líneas de luz sirven de panorama. Apunta el rifle de 1983 y dispara una de las 23 balas que le quedan; se oye el eco estruendoso de una pared herida; no hay ruido a humano.
Llevan diez días en las vías de subtes: arterias alienígenas todavía no descubiertas, con olor a transpiración, falta de oxígeno y ganas de coger. La idea es llegar a la entrada a Plaza de Mayo y ahí poner las dos bombas de hidrógeno para que el grupo en tierra ingrese en la sección.

3. por ese no palpitar

Como bien lo anunció 45 días antes en primicia el periodismo independiente y de anticipación, murió Sandro. Y junto con él se muere el proyecto con el cual me imaginaba debutante en el rol de productor musical, el disco en el cual Sandro le responde al rock desde el latifundismo de la Cueva y cerrando el circulo que lo demuestra de vuelta (¡pero no!)

Temas que cantaría el gitano (prohibida la presencia de Lito Vitale en la banda)

Ghost in the F.O.R.A. - Loquero
Las cosas que hace - La Renga
Ji Ji Ji – Patricio Rey
Start wearing purple – Gogol Bordello
Recordandote – Flema
Working in the morning – Charly García
La cereza del Zar – Pescado Rabioso
Chac tu chac - Los Piojos
Robó un auto - Hermética
Los desfachatados – Babasonicos
Nueva era – Daniel Melero

4. Detalles imperceptibles


En ese caso no se tomó conciencia de poner(nos) fenomenológicamente los anteojos en un mueble para luego en un microsegundo vociferar un pensamiento en forma de segundo y luego cubrir la pierna, apoyar la izquierda, hacer comba con la derecha y arquear el cuerpo y mirar, mientras se cruzan las cejas, al interlocutor y ahí sí inclinar el vaso, mientras la vela cede y quema los anteojos de $520 mientras vos idiota chocás copas con tus amigos. Es decir, yo, tú, él (acentos), nosotros, vosotros, ellos: no lo hacemos. Y si lo hacemos no vamos confesándolo. No de golpe. No de frente. No cuando no ganamos

5. Vivir en el baile de la lluvia


Mis metadonas para la abstinencia lostiana fueron:

Flashforward: arranca bien y termina bien, en el medio es todo una garompa. Hay subtramas que no generan el menor entusiasmo, los malos son buenos, los niños son lindos y, eso sí, hay unas tomas del accidente/incidente/atentado principal de la serie que son sen-sa-cio-na-les (el comienzo del capítulo 4, con Byork so quiet).

Primer (2004): recomendado por un reconocido cantante del indie nacional, vi este film casi desconocido, para el cual es suficiente googlear su nombre (con el agregado 2004) para encontrar un millón de críticas positivas y negativas (no y/o); quienes escriben reconocen que el director (y guionista y protagonista y editor y compositor de la música) tiene buenas ideas y un guión lindo pero que está dirigida para el upites y no se entiende nada. No se entiende, no se entiende, no se entiende. Eso dicen todos y cada uno de los comensales (alguno, ya habrán adivinado, dicen “yo si” y hasta algún genio nos presenta el dibujito que explica las líneas temporales). Film ganador de Sundance y realizado con U$S 7.000, es una mezcla de PI, la 5ta temporada de Lost, Lost Highway (ustedes dirán, ¡ah, genial!) pero sí, esta dirigida mal, no se aprovechan las 7 líneas temporales, no hay concresión. Pero es lindo que haya profesores de matemáticas que se tomen un rato para hacernos cien gramos de fiambrín con nuestro cerebro sin un puto efecto especial.



World`s Greatest Dad (2009): Hacia muchísimo tiempo que no me llevaba una sorpresa tal como con esta película que en la mitad cambia de género y que permite que un forro como yo se haga una bola de risas y encima se pare en el sillón y grite solo “¡Krist Novoselic!” cuando aparece el alto de la banda con espíritu adolescente con la cara hinchada y pelado y barbado. El final es apoteósico y genial y lo ví cuarenta veces haciendo pogo solo en la habitación.

Después rescato la apertura de Zombieland, el plano secuencia de la moto y el policía en Taking Woodstock, la ridiculez hermosa y el Woody heavy metal de Whatever Works, el Sherlock Nazi de Inglorious Basterds, la marihuana de It`s Complicated y el gordo barbudo de Hangover.


5. Hablando de Dios

El otro día estuve cambiando el mundo por Facebook, en este caso nos congregamos con otros 21.610 comensales bajo el lema NO al cierre del Borda y de Radio La Colifata en un fuerte acto político que pone en riesgo el futuro político del inepto y garca de Maurizio y la fuerte conciencia ideológica de sus votantes. Entre los commendatores del Muro de dicho grupo, una mujer dijo “No se preocupen. Dios está con ustedes” a lo cual respondí con las diatribas de siempre mas luego pensé en las buenas intenciones y le escribí “recién hablé con Dios y me dijo que si no venía que empezaramos a protestar sin él” a lo cual esta comensal respondió “si Dios te lo dijo está perfecto.”


6. Amor

Exterior. Playa. • Un hombre solo en la cúpula del capitolio de Washington y llueve sobre él. El hombre es de cemento pero mide exactamente lo mismo que el hombre que murió hace cien años en ese mismo lugar, en esa cúpula transfigurada de tiempo.(Los dos hombres, convertidos en la percepción de aquel que circula enfrente del capitolio de Washington y en la de los que, muertos, vieron el antiguo hombre de hueso y carne caminante, viven.)En una composición triangular, Homero recibe la supervaloración neoclásica de lo griego. Alguien vomita en un baño público. Después reza.Homero es coronado por la Victoria y tiene a la Illíada y a la Odisea a sus pies; Goya se llama Francisco y descubre en el medio de una tela en blanco, a Saturno; Goya se llama Hernán y hace veinte minutos que busca restos de cocaína en un cajón vacío; Emile Zola se caga de risa.• • Un cuadro de depresión posparto después, Van Gogh escribe una última carta. El naturalismo escultórico cae por su propio peso desde la base menos material de la botella de vino de un barbado linyera oscurecido de calle. Nietzsche cae desde sus seis mil pies de altura. Los conflictos dialécticos de una pareja en el sexo; los choques culturales y telefónicos desde las configuraciones de los mensajes de texto; el semen. Todo eso mira. Un dibujo irrecuperable y un francés pinta un retrato de autismo y desesperación y se observa y sigue siendo maldito y detrás de él otro confinado a la locura observa a Van Gogh observándose como nadie lo hizo nunca.Una partícula infinitesimal recorre cada conexión cerebral antedicha y le pone nombres al nombre y letras a esas todas vidas a las que suponemos.Resumiendo: se llama arte. Y es voraz.

7. Aparece el cartel de: “Muerte. Risas”

lunes, 12 de enero de 2009

Maradona por Kusturica


1. Mensajes
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Promedia la película Slumdog Millionaire y yo pensando qué línea quiere bajar su director, Danny Boyle (y qué significa significar). Hago un mínimo repaso: en Trainspotting (1996) nos dijo que los ideales burgueses son mejores y más sanos que la vida dionisíaca; en 28 días después (2003) nos recomendaba comprar armas. En el medio, drogas y zombies.

Slumdog… transcurre en India y es la historia de un participante del programa televisivo “Quieres ser millonario” y su intensa biografía. (Ambos carriles van de la mano torpemente.) Mumbai se presenta como un sitio absolutamente inmoral e ilegal en donde subsisten las multitudes pobres, los pocos grupos de clase media-baja y los ínfimos mafiosos que por la fuerza y el crimen son ricos; luego, multitud de turistas. Entre el primer grupo se encuentran los tres protagonistas, niños de la calle que quedan huérfanos luego de un ataque de musulmanes irracionales y que luego sobreviven cometiendo delitos. India igual cultura de pobreza y crimen; musulmanes igual asesinos irracionales.
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Cito una escena: uno de los niños lleva a unos turistas a ver el mayor lavadero de India y mientras recorren el lugar les vacían el auto. Un policía comienza a golpear salvajemente al niño porque lo supone cómplice del delito. “¿Querían ver un poco de la India real?, pues aquí la tienen”, dice el niño. Los turistas americanos, comprensivos y en paz, recién robados, lo consuelan. “Aquí tienes un poco de la América real, niño” le dice ella, y le dan dinero.
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Ahí estoy yo y me pregunto: ¿qué mierda quiere decir esto? ¿Es una crítica a EEUU por su cultura del dinero o es, más probablemente, una bajada de línea torpe e idiota a favor de la moral occidental? Imagino imaginar a Danny Boile mirando las películas de Kusturica y pensando “pero qué exótica esta pobreza: a filmar una parecida”.
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Aquí comienzo a pensar en los mensajes y en cómo una película de este tipo (con un marcado público, premios en festivales) puede alterar al espectador. Y de qué sirve alterarlo. Y para qué. (Y que quizás mi base ideológica me impida pensar de otra manera y, más, que quizás, en una de esas, una generalización es correcta, cálculo de probabilidades y mirá si en la India la cultura es inferior y en Occidente es superior y qué sabés, la realidad no tiene por qué ser políticamente correcta o siempre o…)
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Nota: cambiar el texto para cambiar el mensaje de los que comentaron, trangrediendo su lógica y su visión: si cambia la realidad todo el tiempo, alguna vez todos tendremos los extremos del racionamiento en onda.

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Vuelvo a Slumdog Millionaire y me entero de que ganó cinco premios Critics' Choice, incluyendo mejor película, mejor director y mejor guionista. Dicen que en los últimos diez años, el 70 % de dichos premios coincidieron con los Oscars. Por mi parte, festejo entonces que el de mejor actor lo haya ganado el genial Sean Penn por la gran actuación de su vida interpretando al activista gay Harvey Milk en el film Milk, de Gus Van Sant. Yo si me pongo en sincero y no la careteo intelectualosamente, me juego por mejor película 2008 a The dark knight, la mejor Batman. O quizás se lo doy a The wackness, escrita y dirigida por Jonathan Levine.  Depende de cómo me acueste la noche anterior (atenti porque se sospecha una revoltija de intelectuales al respecto).
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The dark knight tiene el mismo mensaje que la serie 24: “tratemos de que sea legal y si no… también se hace”. Detrás de esta peligrosa enseñanza hay intertextualidades nietzscheanas, dilemas morales, un protagonista opacado al punto de la invisibilidad por sus secundarios (Ledger, pero también el Fox de Morgan Freeman, y largos etc.) y un guión preciso.
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The wackness es un devaneo acerca de la libertad del placer contrapuesta con las expectativas de los otros y su imposibilidad de concretarse pero también de evadirse. En el medio hay conflicto de amor adolescente, drogas, algo de buddy movie con Ben Kingsley y cierta frescura moral que festejo de pie.
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Todos y todas con su mensajito intertexto superobjeto punto de fuga acerca de algo (uno es especialista en las quintas patas de ningunos gatos), y si la Fiesta del Monstruo es gorila y fascista mal y si tira mensaje positivo bien y el Indio Solari encerrado en su casa ya no puede hablar de nada y de qué querés que te hable, necesitas que te diga algo, qué me quiere decir. Te quiere decir algo y ponés en google mulholland drive + explicación y ahí lo tenès.
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Para meter confusión quise ver Che: El argentino, pero la copia que circula por internet está mal y espero que la suban bien. Y luego –y a eso vamos– veo, hoy, “Maradona by Kusturica”.
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2. Kusturica por Maradona
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El epicentro de la película es el segundo gol que le hace Maradona a Inglaterra en el Mundial de México 86. “Es increíble que el mundo no haya perdido su eje cuando mil millones de personas festejaron ese gol”, dice en off Kusturica, yendo en taxi por General Paz. Maradona por Kusturica puede verse como un doble film en donde tratamos de conocer al primero profundizando en el segundo. Maradona supone para el director una clave que viene desde su primera película: podría ser el héroe de ¿Te acuerdas de Dolly Bell? (Sjećaš li se, Dolly Bell, 1981) Fiorito podría ser Gorica, suburbio de Sarajevo, podría ser Diego quien recita en Papá está en viaje de negocios (Otac na službenom putu. 1985), en el rol del padre, preso por adulterio, y también recitar en Gato negro, gato blanco (Crna mačka, beli mačor, 1998), en el pellejo de un hombre que es el peor enemigo de sí mismo. Además, en el film Kusturica nos dice que hace cine convenciéndose de que sabe acerca de las mujeres y ocupa parte de su film en desentrañar a Claudia Villafañe como factor de salvación del ex jugador y adicto. Pero, y por sobretodo, hay algo que conecta a Maradona con Kusturica y es, para el director, que Diego personifica excelentemente el “espíritu aristocrático”, que él había encontrado en las personas de bajos recursos de su zona. Un espíritu de superación e importancia personal incomparable que surge a partir del sufrimiento de la falta y el sacrificio de alcanzar un imposible. Esto el director se lo adjudica a Maradona al margen de su Genio en el terreno futbolístico, diciendo que de no haber sido ése el escenario sería un revolucionario y ejemplificando con escenas en las cuales Diego y su comitiva se cagan olímpica y aristócratamente en Kusturica y en Manu Chao (y tomando el testimonio de las negativas del jugador a conocer al príncipe Carlos y demás líderes mundiales).
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Detrás de este mensaje, el verde césped como un paraíso y el Mundo exterior como un sitio extraño para un Maradona con abstinencia de cancha. Los Sex Pistols sonando en cada gol y cada gol representando un acto de justicia, un atentado tercermundista hacia el Poder.
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3. Tiempos
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Verla uno es una cosa, porque uno sabe qué escenario viene primero y cuál lo sucede. Otra es la historia de alguien que recibe noticias de Maradona cada cinco, seis, diez años, y se encuentra con esto: un extraño modelo de múltiples y simultáneos Maradonas, gordos, flacos, hiperobesos, barbados, destruídos, ebrios, cantantes, héroes. El viaje en el Tren del Alba junto a Evo Morales y Bonasso, el acto con Hugo Chavez; su paso como conductor televisivo; el regreso como mesías a Nápoli; internado por falopa e hiperobesidad; internado por alcohol; cantando el tema de Rodrigo en primera persona.
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Ahí me vuelve el tema del mensaje. Maradona como un ícono que nos muestra y demuestra, un Lennon argento me digo ¡no! me digo pero Sí. Mostrárselo al Mundo bien y nuestra cultura como razón y etnocentrismo para todos. Críticas a la cultura desde un falso extrañamiento y pensar que Kusturica se comió a Diegote bancándolo a Menem, a Cavallo, no aceptando hijos y al toque pensarse a uno concentrado en su dictatorial liliputiense fascistoide, dándole los superpoderes de la moral a Morbito, emperador morboso del dedo índice. Kusturica entabla otra hipótesis sobre Maradona: éste hacía feliz a la gente, representaba a su modo la justicia, estaba en contra de los poderes y hablaba desde el corazón, por lo cual “tenía asfaltado el camino a la santidad”. Pero Diegote no estaba listo para ser un santo y por eso las drogas.
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Vamos a lo bizarro: Escena 1: Kusturica tomandose cinco o seis Quilmes de ¾ litro en una tanguería, quedándose luego dormido. Escena 2: Exterior, cancha de Argentinos Juniors (estadio Diego Maradona). Un grupo de personas con capacidades diferentes autodenominados “Iglesia Maradoniana” ofrece una boda a una pareja de subnormales y todo concluye con el novio (de gran peinado, muy chabanezco por cierto) gritando psicóticamente. Escena 3: Kusturica embolándose en un vip pedorrísimo del cabaret Cocodrilo con dos minas en bolas mientras en off hace un monólogo por lo menos polémico discutiendo a Jung, Freud, Borges (a quien cita en múltiples ocasiones y todas tiradas de los pelos) y siguen las firmas. Escena 4: Maradona cantando en primera persona el tema de Rodrigo con los Ratones Paranóicos como banda.
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El caos temporal reina la cinta y, mire usted, ya no sé si está bien o mal (guardemos, vayamos guardando, el dedo índice). El mensaje del film es de un socialismo amable y cubano, y como eso es lo más próximo a mi ideal de un gobierno y de una sociedad y de un sistema de salud y de educación, me parece bien. La película transmite un mensaje: la cocaína es mala, el Poder del centro debe discutirse (el apartado de Kusturica acerca del ALCA es interesante) y una persona puede vencer lo que hicieron de él, creándose una moral propia.
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La clase de films que no ganan el Oscar y qué mensaje te dejó el Guernica: ¿el de la justificación?
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No seré yo quien responde. A mí, que se me murió el arte, lo único que me importa es que Kusturica es un amor de persona, un amable y gentil hombre con un talento a la altura de su humildad.

lunes, 19 de mayo de 2008

Nunca, Tarkovski, la felicidad relacional y el infierno de los deseos cumplidos

“Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas”
Santa Teresa


Entro a la casa y ahí, en el prohibido lado de adentro, está Nunca, despertándose en el sillón de tres plazas. (Mi colchón no es de una plaza, dijo el chico: mi colchón es una plaza.) Y yo trueno de mil maneras y le digo “te odio, te odio”. Pongo la mochila en el sillón y la dejo a ella mirándome y tratando de entender algo. Ingreso en la habitación, llena la alfombra de plumas de almohada, violadas y corrompidas ambas por el insaciable animal.

–Odio tu casa, odio tus autos –le grito al canino mientras lo echo.
A los dos segundos, ya retornada, me sigue mirando desde el sillón. Necesita del otro.

Esta situación tiene paralelos en todas las disciplinas. En la gramática, en la física, en la política, en las relaciones humanas. Lo cierto es que el aspecto relacional, y más aún su felicidad (esa de la cual nos habla Sean Penn en la maravillosamente beatnik Into the Wild) parece ser al fin y al cabo el destino paradójico del egocéntrico ser. Hay dos constancias: una, el ser es un arrojo de deseos y le importa tres carajos el otro y, dos, la felicidad, en un alto grado, parece ser relacional, dependiente de otro, pero por razones narcisistas. Ser feliz y exitoso sin constancia de ese éxito y felicidad por un tercero, parece ser un escenario triste; ser triste y vivir la angustia también, y de ahí la queja de Dostoyevski por los quejidos en Memorias del subsuelo, gritos de dolor que encuentran en la exteriorización y el contagio del desgarro interno un placer. El primer teléfono de Graham Bell necesita del segundo, Adán palíndromo se somete al cirujano y el chiste del tipo en la isla pidiéndole a la hermosa mujer que se disfrace de amigo. Y, claro, buscar vida en otros planetas pero no en el nuestro.

Nunca ingresa en la habitación derribando una banqueta que le traba la puerta, se acerca con ojos de víctima y me busca. La echo a patadas. Un minuto más tarde intenta ingresar por la otra puerta, trabada. Vuelve a por la primera modalidad y aquí está, sentada en la alfombra roja. Cuando me ve escribiendo en el teclado decide irse a romperle las bolas al tacho de basura, al sillón o a cualquier cosa que amenace con ejercer alguna acción que la saque de su aburrimiento.

Cualquier relación hace la experiencia más justificada pero también tiene dentro el gérmen de su destrucción. Cualquier relación, cualquier acto o circunstancia de unión con fines específicos, camina, junto con Todo, hacia su propio fin. Ya sea una sociedad anónima, una pareja de amantes, un cuerpo y el tiempo, las neuronas presinápticas y postsinápticas o un par de átomos, todo tiene un fin desde el punto humano de finitud y mucho más en el plano del deseo relacional.


Y la felicidad relacional y la felicidad individual. Will Smith queriéndose suicidar porque le mataron al perrito y se quedó solo en New York. Tom Hanks pintando la pelota de vóley. Zarathustra que abandona la sociedad rumbo a las cavernas y sin embargo dice: “Compañeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieren seguirse a sí mismos e ir adonde yo quiero ir” (Friedrich Nietzsche, Así habló Zarathustra, Andrómeda ed. Bs. As., pág. 27). Los miles de anacoretas del siglo IV que abandonaban bienes y familias para retirarse en soledad en los desiertos de la Tebaida, en Egipto, en busca de Dios; desprecian la relación mundana por la divina pero creían y vivían en relación. Con algo: con un Otro.

Es decir que uno vive reflejado en un mundo del que espera respuestas, provisto de oídos que reciben sustancia, cuerdas vocales que la reproducen, tacto para experimentarlo y herramientas visuales para conectar lo antedicho y entregárselo en bandeja al entendimiento. Estas funciones también comunicándose.

Echo a la perra nuevamente y escribo. Justo hoy vi el film Stalker (Andrei Tarkovski, 1979), una película intelectual acerca de tres personas que parten hacia un lugar de cierta y divina realización personal, con un potencial digno de otro grado de conciencia. En el viaje hacia La Zona –dicho lugar protegido por ejércitos, desaparecedor de personas–, los tres viajantes, el Stalker, el Escritor y el Profesor, se sumergen en sus propios miedos y se encierran en una red de relaciones que los lleva a echarse las culpas los unos a los otros por sus miedos, deseos y ambiciones de destrucción. El lugar en el cual se cumplen los deseos, finalmente, es el lugar de las consecuencias puras, el lugar del resultado frío, amoral, final. El que refleja tus intenciones y tu maquiavélica capacidad de acción. El infierno mismo. (Ten cuidado con lo que deseas porque puedes conseguirlo”dijo Wilde en El Retrato de Dorian Gray). Ese lugar no puede ser deseado por uno mismo pero, menos que menos, por un tercero. Y hay veces en que ese lugar, el lugar de la realización personal, es ni más ni menos que un tercero (uno de los caminos de la película es éste, el de perjudicar lo deseado por los medios, el de corromper algo buscando no corromperlo). Esto puede ser en términos temporales o espaciales, y puede durar un segundo o una casa o quince años. Es ahí, en el Otro como la realización del deseo, en donde toda felicidad es relacional. Porque esa felicidad es la búsqueda y el desarrollo del deseo. Ya sea ver una película, cogértelo, comprarle un pancho, que te hable o que llegue a tal hora. O simplemente que esté ahí, presionando las letras en el teclado mientras lo ves tirada en la alfombra, ahora que entraste por la puerta del pasillo destrabada y la alfombra está llena de plumas.

viernes, 18 de abril de 2008

Luca Prodan, Armenia, Orbis Tertius

Uno. Melancolías de un tiempo peor.

Todo sucede cuando decido que escribiré un nuevo post sólo, sólo, cuando se arregle la computadora y sabiendo que escribiré sobre la noche del 12-04-08. La ejecución de cualquier página, pienso, que sea hoy o mañana, pienso de nuevo, no cambia demasiado: soy casi el mismo siempre y puedo esperar para tipear lo pensado. Especulo y entra entonces el tema de la inspiración. Inspiración, el concepto, implica pensar la vida como regida por un equilibrio de altos y bajos, de ausencias y presencias, de cielos e infiernos. Y también, el hecho de escribir. Su sentido y ser supone dejar grabado, sellado, un pensar. Concresión.
Borges se recordaba perdiendo un texto y escribiendo otro que, encontrado el primero, era igual. Las mismas letras. ¿O, recordando mejor, era Mailer? Mi recuerdo, verán, mis recuerdos, no son los del autor antedicho. Entonces, si no sos un genio, cambia lo que pensás hoy o mañana. Borges sabía cuando dejaba traslucir que no necesitaba la inspiración.
Dije esto para decir que: una parte de este texto (el comienzo de la noche del 12-04-08) la escribí la tarde del 13-04-08; otra parte (ésta uno que usted lee, esta parte mediada y mediante) está siendo redactada hoy, siendo las 20:03 hs. del 15-04-08, tirado en la cama; la tercera parte (final de la noche del 12-04-08 y misceláneas) se escribirá en algún presente cuando la máquina esté arreglada y yo transcriba este texto. Esa parte final será nuestro pasado presente si es que no morimos antes (yo habré muerto en la víspera simbólica; ustedes en alguna más feliz).

Dos. Luca Prodan, te fuiste a curar del alcoholismo a Turquía, shame on you.

La derivación triádica de la noche del sábado me llevó a conclusiones varias. Primero concurrí al Abasto, a una jornada del Bafici, la capital unitaria del snobismo donde, a decir verdad y lejos de desdecires anteriores, me sentí más a gusto que en cualquier otro lugar este año. Asistí a ver la muy interesante y algo mala Luca, de Rodrigo Espina, gratis y al aire libre. Antes del film (más un documental de tv) tocó Andrea Prodan en un set a la vez ameno y provocativo. “¿Es cumbia esto?”, dijeron detrás de mí. (Ahora mismo, junto al speed con whisky suena “Catch”, de The Cure, y todo vuela.)
Hay varias cosas de interés en el film: la información de la vida de Luca antes de arribar, heroinómano, a la Argentina; los amigos heroinómanos de Luca, italianos e ingleses; los amigos de ácido de Luca; Luca hablando en inglés y en italiano, hablando muy bien esos idiomas y uno piensa que qué poco que sabía de castellano, y que quizás con un par de años más, el rock chabón… en fin; también las intervenciones de Sokol (“en esa época no sabía tocar el bajo… bueno, ahora tampoco”); Pettinato hablando a cámara con su barba bipolar; Luca cantando, junto a alucinado hippie trasnochado, “Alabama song”; el comienzo tan The Doors de la película con Luca talking, siempre tan Morrison él cuando es angloparlante; Luca, casi siempre, usando trapos de remeras; Mollo, con look Pedro el Escamozo; la madre de Luca; Luca yendo en bondi a Obras y la gente que le decía "boludo, estamos yendo a tu recital"; todo. Todo es interesante y cuando ves a los escoceses, en alguna campiña europea, tocar “Crua Chan”, yo no puedo y pude menos que abrir los ojos y respirar.
Hubo poco o nulo nivel de faso y creo que tres habremos bebido algo durante la emisión del film. Clima de intelectuales. Ustedes saben cómo son.


Segundo. De ahí partí, por caprichos de un cyber del Abasto, a Olivos, a la casa de un nunca compañero de trabajo (él ingresó cuando a mí ya me había expulsado y nos conocimos por conocidos en común), un muchacho que parecía tranquilo pero que se reveló como un armenio practicante. Él y otro descendente de armenios me hablaron de ciudadanos ejemplares de ese país, a saber: André Agassi, Charles Aznabour, los System of a Down, Cher. Probé un licor de Armenia que era igual a nuestra Mariposa y un White Horse que supongo habrá sobrevivido, no sin desgaste, a un genocidio turco. Esta gente, además, escuchaba Ron Wood. Increíble.
Por supuesto que alguien tan afecto a la tertulia como yo no tardó ni un instante en reivindicar el arrebato genocida de Turquía, esa matanza de musulmanes para pretender el espacio vital. Por suerte no me tomaron en serio y sigo vivo. El armenio practicante se reía y el pasivo también, y con un par de tragos más.
–Nos vamos a un cumpleaños –dijo éste último –, acá a veinte minutos.
El armenio practicante, otrora afro, decidió irse, sobrio, a su vivienda; antes me mostró mapas de Armenia antes y después de los turcos. Nos fuimos en colectivo al cumpleaños, que sucedía en un boliche de Palermo. A ese lugar yo había ido hacía tres años, en ocasión del cumpleaños de otra persona. Ahora había una cola de media cuadra y veinte pesos de ingreso. Decidí, sólo para seguir la condición triádica de este post, seguir viaje a Vicente López, a una casa en donde tenía lugar una reunión


Tercero. Guillermo Parietti, ustedes pueden saberlo o no, es el humorista más famoso y aclamado de Villa Adelina. Tiene, para las artes del humor, un don genético que no se lleva con la cultura; yo recuerdo encontrar un cuaderno mío de primer grado en el cual se me retaba por quedarme a tras de la fila y reirme “de un chiste de Guille”. Guillermo Parietti es, además, el inquilino de un departamente con vista a lo que se supone es el mar pero que es un edificio y él era, en ese momento, el anfitrión de una tertulia rociada en alcoholes.
Hubo debates acerca del conflicto Campo – K y la continua, persistente y desvergonzada infidelidad de uno de los comensales. Ya se debatía en un orden de gritos y risas y de pronto un comensal se bajó, otro comensal se fue en auto a llevar al caído y, cuando estábamos por ir destino a otra casa, con una vista más propicia a las primeras luces del amanecer, Guillermo Parietti, que además de ser humorista y anfitrión es una nena burguesa, decidió quedarse en su casa.
Estuve en el otro edificio, en Olivos, en piso 17 y mirando todo el río y capital federal y toda la costanera y el hotel alojamiento de al lado y la luz penetrando cada poro. Eran las siete de la mañana y ni una gota de alcohol en la vivienda; sólo un refugio rastafari y una pared de vidrio con vista al océano y ni un centímetro de cortina. Fue un rato y ahora que escribo yo, que son las 20.14 hs del 17-04-08, ahora que por ¡¡¡$60!!! arreglaron mi máquina, formateando y poniendo un windows nefasto, ya sin mis películas; ahora que soy el tres que completa la tríada, el terceto de situaciones y ahora que decido y que por ahora no morí, les digo: escribí lo antedicho sólo para justificar mi actual destino. Lo hice por la familia McFly y porque me miraba desde el pasado. Porque, convengamos, ¿para qué hablé de esa noche? No fue muy interesante salvo por un toque de armenios y la reseña, vista gorda mejor, de Luca.
Pero ahora que tomo el mando y decido cuento el


Tres. El final de esa noche,

de esa noche de hace ya casi una semana, fue de una antología que si reviviera Raymor Carver y se mantuviera algo sobrio un par de horas, escribiéndolo, haría magia. Pero yo lo voy a contar tal cual fue y haciendo que usted, jóven lector, complete lo que insinúo, lo que no digo.

El final fue ese yo que era mí persona en ese entonces, luego de tanto tiempo de recorrer y proveer, discutir y absorver, vigilar y castigar, bajando del colectivo, descubriendo que no había gastado un peso en la noche salvo los pasaje en colectivo y comprando una docena de facturas del Abuelo, en la estación de Villa Adelina. Y, ahí con mis facturas y la luz de las ocho, nueve de la mañana, caminar las 8 cuadras que me separaban de mi casa y comerme los cuatro vigilantes, las cuatro medialunas de manteca, las cuatro medialunas de grasa. Comer y caminar. Pisar y pensar con el bolo alimenticio, hijo del ímpetu jamaiquíno y ahí sí, llegar a mi casa, abrir la puerta, jugar con Nunca que me viene a saludar y recordar que esa máquina de mierda se rompió y que andá a saber cuánto te van a cobrar por eso y qué, ¡ah!, tenés que sacar el D.N.I. que perdiste y que buscar el cheque de la empresa, que no podés cobrar y ahí sí, a la cama directo. Ya vendrá un domingo como todos los domingos.
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*: foto de tercero: Guillermo Parietti fumándose una ficha de Jenga.
*2: este sábado a las 18 hs volverá a proyectarse el film Luca de Rodrigo Espina (2008, 90’) gratis en el Pasaje Carlos Gardel entre Anchorena y Jean Jaures, al lado del Shopping Abasto, parada Carlos Gardel, es la estación del Abasto.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Zeitgeist, y ser de derechas en la periferia desangrada

La palabra abriendo el Microsoft Word o viceversa

1. La extracción

Anoche vi, finalmente (luego de meses de bajarla con errores, no encontrar subtítulos para alguna versión o simplemente olvidarme), el film Zeitgeist, un documental “sin fines de lucro”, colgado en la web por sus autores y que se puede ver online, con las dificultades correspondientes.

El film, cuyo referente es el ignoto Peter Joseph, se detiene en tres “fraudes” y desarrolla teorías conocidas pero con un planteo que lleva (por su ambición y desmesura; por su ostentación estadística y su aspecto coral) a una reflexión más abierta.

En principio, digamos que los primeros diez minutos son directamente nefastos y que da lo mismo verlos que no (eso en el aspecto puramente rutinario); la película comienza luego, con un juego “fiscal” de “similitudes” entre la religión judeocristiana y su predecesora egipcia, en plan astrológico. La idea final de esa multitud de datos es la de la sospecha de un monoteísmo humano oculto: el Sol será el primer y último Dios (en tanto concepto y creencia) que conocerá la Tierra hasta que sea atraída por su fuerza gravitatoria y explote, en diez millones de años, aproximadamente. Salvo una revelación mundial evidente, futura, nuestra conciencia atrapada en los sentidos no podrá buscar una excusa mejor para justificarse. La simbología necesaria para cualquier culto es –inocente o no– hija de la necesidad: la conciencia necesita de causas para su sí misma consecuencia. Debates posteriores pueden despertar el avanzado grado de conciencia que tenía para sí y para su visión cierto tipo de sociedades en ciertos aspectos (egipcia, maya, griega y tecnológica, respectivamente). Nadie asistirá al fin de la religión porque éste supone también la existencia de una regulación (y en esto se conecta, quizás sin saberlo, el documental).

(Un detalle importante de esta parte es la casi ausencia de justificaciones mercantilistas de la religión judeocristiana, al contrario del planteo de Nietzsche en El Anticristo: parece que, para la película, la religión es movimiento político y “entretenimiento” pastoril y ése es su fin. El lucro no es deseo y/o objetivo primario.)

La segunda parte no tiene demasiada concreción; hace foco en las fallas de las versiones del gobierno de EEUU sobre los atentados del 11/9/2001 y se insinúa en éstas el motivo belicista de dicho evento. Esta insinuación encuentra sentido en la tercera parte (la mejor, por importancia, pronóstico y por su carácter que, junto con el tema, presentan el debate que llama a todos, a Marx, a Heidegger, a Sartre, a Huxley, a Foucault, a los estructuralistas, a la escuela de Frankfurt, etc… o sea: es un tema global y de proporciones). Esta hace un recorrido en la historia del siglo XX en la cual el hombre es controlado por el dinero, ya no por el poder –en todas sus formas, lo cual es diferente del poder del dinero– o la vanidad; un recorrido por el carácter económico de las guerras y por el final del recorrido, con el gobierno único nacido de la unión monetaria, con un mercado mundial hecho de deudas e intereses, el pequeñoburgués regulado en sus miedos, fascinado (si se quiere el término, de fascismo), convertido a la última necesidad corporativa y descartado vía microchip. Un pronóstico del pasado.

Aquí entra el tema de las libertades. Ese tema.

Heidegger le hecha la culpa al lenguaje: éste domina al hombre, que es su instrumento. Foucault no termina de ver salida para el hombre dentro de su sistema de fuerzas. Huxley imagina el mismo mundo regulado, privatizado, anestesiado y mercantilista que supone Zeitgeist, y que estamos viendo. Sartre es el más optimista: dice que el ser humano, inserto dentro de una estructura política, económica, coyuntural, familiar, tiene un grado de libertad. El ubica a ciertos personajes en ambientes de grados de libertad angustiantes (pero comparables con los nuestros, periféricos o no): el combatiente (libertario y opresor, lo mismo da) que tiene a su objetivo y decide, en ese segundo único de libertad, vaga libertad, apretar el gatillo. El agente del grupo de tareas, el montonero, el marine, el ministro de defensa, en fin: todos nosotros. Bien: la película tiene un fin sartreano en este punto: todavía la corporación final no ha sucedido y esta tensión (el tecnocapitalismo como fase final, diría Heidegger; el inevitable contrataque violento del desposeído, diría Marx) puede comenzar un inevitable reverso, pero favorable (un final hijo de la cultura rock, y sin reconocer el aspecto frustrado y finalmente conservador de ésta, y que recuerda a V de Venganza o a otros finales que pretenden ser ajenos a la lógica hollywoodense cayendo profunda y encantadoramente en ésta).

Pero Zeitgeist separa: el poder y su dominada y aterrorizada burguesía y clase baja por una parte y, por la otra, la élite de personas que acceden al conocimiento y pueden hacer algo. La clave es: los pacifistas son asesinados, las excusas seguirán y el final es casi inevitable. Subtextos de violencia cívica marxista y la periferia como único núcleo organizable, si se quiere, para detener este mundo controlado, embudo monetario que depara al núcleo de excedentes, intereses de un dinero que es sólo eso.

En el mayo francés Sartre dijo “las estructuras no salen a la calle”. Estas siete palabras destruyen toda hoja anhelante y se inclinan (como el mismo Sartre ante Guevara en la Havana), gustosos y cómodos, ante la ráfaga. Ante el hombre que detiene el ápice vertiginoso del presente (sobre el que seguimos hoy) y dice: “así no”. Ese es el “lector ideal” de la película, que puede tener acción sobre la realidad que le sucede (Zeitgeist es originalmente una expresión del idioma Alemán que significa "el espíritu –Geist– del tiempo –Zeit–"), pero con pocas chances de alterar algo…

2. La compresión.

El mercado no tiene moral. Tiene sus leyes que dan paso a otras nuevas según la liquidez que signifiquen y la cantidad de entidades que se repartan la torta. Entonces un hombre que domine estas lógicas y no actúe (un hombre de la periferia, un hombre usted o un hombre yo) se convierte en cómplice y un hombre (también antedicho hombre) que no sepa pensarse como sí, se domina.  ¿Parte de la solución o parte del problema? Triste pero sí.

Pero, en el fondo (volvemos), la libertad es otra cosa. Alguien dijo: “tonto aquel que es aprisionado en el tiempo y en el espacio”. Y si lo manifestó es porque se reconoció tal. Así que si Marx dijo que “estamos condenados a caer” y si Duhalde dijo que en cambio nuestra condena era al éxito, parece que las conjeturas (las dobles de la película y las del tecnocapitalismo, con sus administradores títeres) han llegado a su fin y, adivinen: ha vuelto el humanismo. Eso sugiere Zeitgeist: Tú eres la solución (sino estais adherido y buscando el chip). Tú eres ese interviniente. Tú eres quien tiene la gomera para parar el imperio. Pero, claro, tienes una sola vida. Y el fin del humanismo tiene esas cosas: preferimos vivir cómodos. Coger todo el tiempo, beber hasta el éxtasis, drogarnos con casi todo, trabajar de cosas sencillas y movernos bajo la ley del mínimo esfuerzo. Y mantener a nuestros hijos y agachar la cabeza y poner un voto entre tres partidos como manifestación. Y, claro, el problema de imaginar la revolución entre los globalizados y el calentamiento global que hace todo cortoplacista y urgente y casi imposible, y uno mismo encerrado en otra razón y siempre a riesgo de la equivocación.

Bueno, la tarea del periodismo: resignificar. Desde la construcción de la realidad, el zeitgeist, el clima dominante.

Y el final al cual las estructuras no llegan: el espacio y el tiempo. La piel, por dentro y por fuera.

Ah, también.
Sí.

Y, por supuesto, todos nosotros: mirando la pantalla, escuchando el fascismo, y ya sin la gomera.

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