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Bajar el capítulo y seguir.
Cuando las sombras del marco de la ventana se proyectó sobre las cortinas, eran entre las siete y las ocho en punto y entonces me volví a encontrar a compás, escuchando el reloj. Era el del Abuelo y cuando Padre me lo dio dijo, Quentin te entrego el mausoleo de toda esperanza y deseo; casi resulta intolerablemente apropiado que lo utilices para alcanzar el reducto absurdum de toda experiencia humana adaptándolo a tus necesidades del mismo modo que se adaptó a las suyas o a las de su padre. Te lo entrego no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en cuando lo olvides durante un instante y no agotes tus fuerzas intentando someterlo. Porque nunca se gana una batalla dijo. Ni siquiera se libran. El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria es una ilusión de filósofos e imbéciles
La impresión que nos causa una persona y una obra (o una interpretación muy caracterizada es particular. Hemos llevado con nosotros las ideas de “belleza”, “estilo elevado”, “patetismo”, que podríamos, si acaso, abrigar la ilusión de reconocer en la trivialidad de un talento, de un rostro, correctos, pero nuestra inteligencia atenta tiene ante sí la insistencia de una forma, de cuyo equivalente intelectual carece, cuya incógnita debe despejar. Oye un sonido agudo, una entonación extrañamente interrogativa. Se pregunta: “¿Es hermoso? ¿Es admiración lo que siento? ¿Es eso la riqueza del colorido, la nobleza , la fuerza?” Y lo que de nuevo le responde es una voz aguda, un tono curiosamente inquisitivo, la impresión despótica causada por una persona a la que no conocemos, totalmente material, y en la que no se deja espacio vacío alguno para la “amplitud de la interpretación”. Por eso, las obras en verdad hermosas, si las escuchamos sinceramente, son las que más deben decepcionarnos, porque, en el repertorio de nuestras ideas, ninguna hay que corresponda a una impresión individual.
Estuve con Kurt Cobain dos días antes de su muerte, porque estábamos de gira con ellos. De hecho, todavía le debo dos gramos de cocaína...–¡¿Cómo?!–Me metí en el micro de gira de ellos y pregunté dónde estaba la cocaína. Me dieron los dos gramos que tenían y empecé a armar rayas. Me tomé una. Le ofrecí a Dave Grohl, me dijo que no. Ok, me tomé otra. Le ofrecí a Pat Smear, no quiso, me tomé otra. Krist Novoselic, no, otra para mí. Los plomos tampoco... ¡Me tomé todo yo! Entonces llegó Kurt preguntando por la merca... “¡Mierda, Kurt, me la tomé toda! Voy a conseguirte más cuando lleguemos a Londres.” Pero, lamentablemente, él nunca llegó.
La elección de alimentos es, sin duda, de todas las actividades humanas, aquella que cabalga de manera más desconcertante sobre el límite entre la naturaleza y la cultura.
Repetida la historia, quizás invertida, Kuhn reversionó en su libro los dictámenes de Císneres Traper y cambió el curso de la literatura dirmándica del Siglo XIX. Al contrario de la Sociedad que convirtió el canto de libertad de los poetas en un movimiento segregacionista propio, Kuhn tomó los cantos de racismo reaccionarios de Traper y los filtró como historiador y literato, creando los tomos de "El Cese del Partido Rojo", en los que reformula las máximas vrínsicas en clave ascetismo + crítica al entramado de fuerzas de la Coalición Cínica. Cito ejemplos: 1. Cortarse la lengua. Comerla. 2. Amputarse las canillas y los pies. Arrastrarse por el piso usando las partes cortadas como sosten desde las manos.
Kuhn fue médico, funcionario estatal luego del advenimiento del período democrático y Premio Kracva de Literatura (el único de su siglo). Con "El Cese del Partido Rojo" desarrolló un idioma, un sistema de grabaciones sobre cintas, un diccionario, un aleccionador de lectura, placas fotográficas y los cuatro volúmenes de ficción. Su idea era la de desarrollar un libro autónomo que no necesite de contexto. Que enseñe los símbolos, el Mundo y que los desarrolle.
La reformulación de su obra sobre la extinta Sociedad Vrinsa hizo que un grupo de opositores al régimen váltico de Ibear recreara la conjunción y los ritos, tomando los veinte originales con sus siete anteriores. Hoy la Sociedad, de caracter separatista y pacífico, con excelentes cifras en cuanto a bienestar, desarrolla en punto siete en constante año bisiesto. La entidad no dogmática de Buda no es ajena.
"Azaroso y caprichoso todo. De ángel y esas cosas. Todo depende de otra cosa. No del esfuerzo.
Levanto una mano para pedir ayuda. Se espantan de mi fealdad, de mi rendición, de mi debilidad.
La mano símbolo puede significar otra cosa, resultará desagradable. Y en el fondo y en el frente no depende de uno. En el fondo sí. En el fondo, colchón de acciones. Pero hacen la cama otros.
No hay esfuerzo. Hay despertar en el otro algo. Es innato. Hay quienes no movilizan y ésa es su fermentación. Plantas que repelen buscando amor.
Luego los círculo. El virtuoso, del innato. El vicioso, del innato.
Luego creerse uno la magia por mérito propio; luego creerse el otro el desprecio por causas que describe en tres párrafos."
Cuando las dudas invaden y nublan la fe en la inmortalidad del alma, cobra brío y doloroso empuje el ansia de perpetuar el nombre y la fama. Y de aquí esa tremenda lucha por singularizarse, por sobrevivir de algún modo en la memoria de los otros y los venideros, esa lucha mil veces más terrible que la lucha por la vida, y que da tono, color y carácter a esta nuestra sociedad, en que la fe medieval en el alma inmortal se desvanece. Cada cual quiere afirmarse siquiera en apariencia.Una vez satisfecha el hambre, y ésta se satisface pronto, surge la vanidad, la necesidad –que lo es– de imponerse y sobrevivir en otros. EL hombre suele entregar la vida por la bolsa, pero entrega la bolsa por la vanidad.
Engriese, a falta de algo mejor, hasta de sus flaquezas y miserias, y es como el niño, que con tal de hacerse notar se pavonea con el dedo vendado. ¿Y la vanidad qué es sino ansia de sobrevivirse?Acontécele al vanidoso lo que al avaro, que toma los medios por los fines, y olvidadizo de éstos, se apega a aquellos en los que se queda. Al parecer algo, conducente a serlo, acaba por formar nuestro objetivo. Necesitamos que los demás nos crean superiores a ellos para creernos nosotros tales, y basar en ello nuestra fe en la propia persistencia, por lo menos en la de la fama. Agradecemos más el que se nos encomie el talento con que defendemos una causa, que no el que se reconozca la verdad o bondad en ella. Una furiosa manía de originalidad sopla por el mundo moderno de los espíritus, y cada cual la pone en una cosa. Preferimos desbarrar con ingenio a acertar con ramplonerías.
quiero ver amanecer
pero del otro lado ver
amanecer
pero que alguien se quede aquí para saber si yo sigo vivo
Nada de eso te puede elevar y es que
Nada de eso te puede elevar y es que
Nada de eso te puede elevar
“El que ensucia, primero se ensucia, el que ensucia.”
"La esperanza es un plato que se come crudo"
–Soy la resurrección y la vida. Eso llega a lo más íntimo del corazón humano.
–Es verdad –afirmó el señor Bloom. Tu corazón tal vez; pero, ¿qué le importa al tipo metido bajo tierra haciéndole raíces a las margaritas? No le alcanza. Asiento de los afectos. Corazón destrozado. Una bomba después de todo, bombeando miles de galones de sangre cada día. Un buen día se atasca y estás listo. Por aquí los hay a montones: pulmones, corazones, hígados. Viejas bombas enmohecidas: lo demás son cuentos. La resurrección y la vida. Una vez muerto estás bien muerto.”
“Me preguntaron qué opinión tenía yo de Dios. ¿Qué puedo pensar –intento recordar que recordé– acerca de algo que no existe y que ni es ni fue ni será? Enojados y clericales, decidieron preguntarme qué opinión había formado acerca de André Renuard. Les respondí lo mismo.”
“Ajeno soy a la creación y al nacimiento de los peores dictadores y genocidas, cabe recalcar. Así también me alejo del surgimiento del odio, del rencor, del hambre y de la mutilación. No tengo nada que ver con el Holocausto, la colonización, las guerras, así como tampoco tuve participación en las epidemias, el SIDA, las pestes, los niños desnutridos. Mi poder no construyó las bombas atómicas, las armas, la cámara de gas, los campos de concentración y mi obra no es un niño naciendo muerto. Yo soy el Dios en el que ustedes creen.”